La voz que la herida había estado ocultando
Cuando el trauma deja de ser un adversario y se convierte en un aliado de tu verdad.
Antes de comenzar…
Esta no es una publicación más en tu bandeja de entrada. Es un momento para ti. Una pausa sagrada en medio del ruido. Un espacio donde recordamos que el trabajo más importante no es el que hacemos allá afuera, sino el que hacemos adentro, con nosotros mismos.
Aquí no hay fórmulas. Solo verdad, presencia y práctica.
Hace unos meses trabajé con un artista que había perdido su voz. No solo la voz física —aunque eso también—, sino esa voz interna que otorga sentido y dirección, la que sostiene la autenticidad en cada palabra y nota.
Se acercó a mí, frustrado, exhausto de intentarlo todo. Cada vez que intentaba cantar, un nudo en la garganta y una opresión en el pecho lo dejaban paralizado. Me contó que todo había comenzado tras un evento traumático, vivido unos años atrás. No necesitamos ahondar en los detalles; a veces la historia no importa tanto como la huella que deja en el cuerpo y el alma.
Esa mañana, la sala estaba tenue, con la suave luz del atardecer filtrándose por la ventana. Nos sentamos uno frente al otro. Su respiración era corta y superficial; sus manos, inquietas, buscaban una salida invisible. Le propuse algo que, al principio, puede resultar desconcertante: “Hoy no buscaremos la nota perfecta ni la melodía. Vamos a escuchar el silencio que hay detrás”.
El muro que es una puerta
En mi experiencia, lo que solemos llamar “bloqueo” rara vez es el enemigo. Es, como diría Peter Levine, energía vital congelada. Un impulso natural de respuesta —defenderse, huir, gritar— que quedó incompleto y nunca se realizó. El cuerpo lo retiene, no para castigarnos, sino para protegernos, como un archivo que espera el momento seguro para abrirse.
Lo que aparenta ser un muro es, muchas veces, una puerta disfrazada. Y si nos atrevemos a tocarla, descubrimos que no hay nada roto… sino algo esperando nacer.
Al principio, su cuerpo se tensó aún más. Los hombros se elevaron, el nudo en la garganta se hizo más palpable. Pero luego llegó un suave temblor. Van der Kolk diría que era la huella del pasado saliendo por donde había entrado: a través del cuerpo. Ese temblor no era debilidad; era el sistema nervioso liberando lo que había estado contenido durante años.
Cuando el cuerpo habla, el alma responde
Le pedí que imaginara que esa opresión tenía voz. No que buscara belleza o afinación, sino que le diera permiso para expresarse. Al principio, salió un murmullo quebrado, como un eco que había estado encerrado durante mucho tiempo. Poco a poco, el sonido se volvió más firme, más claro, más auténtico.
En ese momento, vi cómo algo en él cambiaba. Era como si la voz no proviniera de su garganta, sino de un lugar más profundo. La psicología del alma, tal como la entiende Thomas Moore, diría que esa voz traía consigo la materia prima de una transformación: no se trataba de “curar” borrando el dolor, sino de habitarlo hasta descubrir el sentido que guardaba.
La segunda historia
He observado este patrón muchas veces: el trauma no es solo un capítulo oscuro, sino el prólogo de una segunda historia. Stephen Gilligan la llama “la historia generativa”: la narrativa que surge cuando integramos lo que ocurrió y permitimos que se transforme en un recurso.
Ese día, el artista no recuperó “la voz de antes”. Encontró una voz nueva. Más profunda. Más libre. Ya no cantaba para complacer, sino para existir. Lo que había sido un bloqueo se transformó en un portal hacia una autenticidad que no conocía.
La rendición como umbral
No me gusta romantizar el dolor. El trauma duele, y no hay nada poético en vivirlo. Pero he comprobado que en el centro mismo de ese dolor hay algo esperando ser liberado. Y que la liberación no llega mediante la lucha, sino a través de la rendición.
Michael Singer lo explica de manera sencilla: lo que nos causa sufrimiento no es la emoción en sí, sino la resistencia a sentirla. Ese día, el artista dejó de luchar contra lo que sentía. Se rindió. Y en esa rendición, la voz que había estado guardada pudo atravesar el silencio.
El cuerpo como guardián de la verdad
Bessel van der Kolk ha demostrado que el cuerpo es un archivo vivo: guarda la historia completa, incluso cuando la mente la ha fragmentado. Por eso, cuando trabajamos con el trauma desde el cuerpo, no solo sanamos: también recuperamos partes de nosotros que creíamos perdidas.
Ese temblor, esa opresión, esa incomodidad… lejos de ser obstáculos, son señales de que estamos tocando algo verdadero. Y si las seguimos, pueden llevarnos al centro mismo de nuestra fuerza.
La voz después del silencio
Al finalizar la sesión, el artista era diferente. No porque “el problema” hubiera desaparecido, sino porque la relación con su herida había cambiado. Ya no era un enemigo, sino un aliado. La voz que emergió de él no era perfecta desde un punto de vista técnico, pero tenía algo que ninguna técnica enseña: verdad.
Y esa verdad es magnética. No se puede fabricar. Solo aparece cuando dejamos de escondernos de lo que nos duele y lo invitamos a sentarse a la mesa con nosotros.
El patrón que se repite
He visto este proceso con ejecutivos, atletas, padres y emprendedores. Personas que llegan con un “problema” —ansiedad, estrés, dependencia— y descubren que no es algo a eliminar, sino una parte de sí mismos que guarda un don.
Levine lo ve como energía atrapada; van der Kolk, como memoria corporal que busca integración; Moore, como material del alma; Singer, como resistencia que puede liberarse; Gilligan, como el inicio de una segunda historia. Distintos lenguajes para expresar lo mismo: detrás de la herida, hay vida.
El llamado
A veces me pregunto cuántas voces más están atrapadas detrás de muros que en realidad son puertas. Y cuántas vidas cambiarían si, en lugar de buscar una reparación rápida, nos atreviéramos a abrir esas puertas y ver qué hay del otro lado.
Si algo me ha enseñado este camino es que la herida no es el final de la historia. Es el inicio de la segunda historia. La que no niega lo que ocurrió, pero se atreve a construir algo nuevo a partir de ello. La que no desea volver a “lo de antes” porque sabe que hay algo más pleno y libre esperándonos.
Por eso hoy te planteo esta pregunta: ¿Qué parte de ti has considerado un problema… que podría ser tu mayor tesoro?
Tal vez no necesites resolverlo. Tal vez solo debas abrirle un espacio, permitirle hablar y descubrir la voz que ha estado guardando todo este tiempo.
Si al leer esto sientes que hay algo dentro de ti que desea expresarse, algo que has mantenido en silencio por demasiado tiempo, te invito a que tomes el primer paso.
En una sesión de Havening, colaboraremos para liberar la carga emocional que tu cuerpo ha estado soportando y permitir que surja tu verdadero ser.
Reserva tu sesión aquí y descubre lo que ha estado oculto tras tu herida.
Si disfrutaste esta lectura, el mejor halago que podrías darme es compartirla con alguien o hacer un restack.
Aldo Civico es autor, mentor y maestro en el arte de acompañar procesos profundos de transformación. Ha asesorado a líderes, artistas y agentes de cambio en todo el mundo. Es doctor en antropología, profesor en universidades como Columbia y experto en neurociencia del bienestar, epigenética, sanación emocional y liderazgo consciente.
Pero ante todo, Aldo es un viajero del alma.Alguien que ha caminado por dentro y por fuera.Que ha estado en trincheras y en templos, en crisis y en cumbres.Y que escribe La Bitácora Interior no para enseñar, sino para compartir lo que ha vivido, lo que sigue aprendiendo, y lo que —en el fondo— todos necesitamos recordar.
Su lema: Tu destino es brillar.
Su práctica: acompañarte a volver a ti.