Cuando el ego toma el control de tu vida: cómo recuperar calma y propósito
Aprende a reconocer las trampas del ego y a reconectarte con tus valores y tu Yo Auténtico en momentos de dificultad
Antes de comenzar…
Esta no es una publicación más en tu bandeja de entrada. Es un momento para ti. Una pausa sagrada en medio del ruido. Un espacio donde recordamos que el trabajo más importante no es el que hacemos allá afuera, sino el que hacemos adentro, con nosotros mismos.
Aquí no hay fórmulas. Solo verdad, presencia y práctica.
¿Te ha pasado que las cosas no salen como las habías planeado? ¿Qué los resultados de tus acciones no reflejan tus intenciones reales? ¿Qué la gente malinterpreta tus motivaciones? ¿Qué de repente el mundo se vuelve hostil y te conviertes en un objetivo de críticas que te parecen injustas?
A mí me ha pasado, y me sigue pasando. Hubo momentos en mi vida donde esto tuvo hasta costos muy altos en términos de amistades, relaciones profesionales, oportunidades que se perdieron.
Recuerdo una vez, en particular. Las consecuencias de un error involuntario que hice a nivel profesional significaron meses de estrés, pesadillas en la noche y una tristeza profunda. Fueron momentos traumáticos que dejaron su huella durante mucho tiempo.
El ego herido y sus reacciones
En esos episodios, quien sufre principalmente es nuestro ego. Se siente herido, ofendido, juzgado, rechazado, lastimado en su orgullo y en su imagen. Es entonces cuando el ego se rebela.
Empieza a reaccionar, a luchar, a defenderse. En otras ocasiones evita responsabilidades, le echa la culpa a los demás, inventa excusas. O se hace pequeño, se victimiza, se deprime, se retira en silencio.
Cuando dejamos que el ego lidere nuestra vida, terminamos saboteándonos. En lugar de mostrar nuestra mejor versión, dejamos salir la peor. Nos volvemos enemigos de nosotros mismos.
Eckhart Tolle lo expresa con claridad: el ego se alimenta de la resistencia, de la queja, de la identificación total con lo que nos pasa. Cuando fracasamos y el ego toma el mando, caemos en un espiral de resentimiento y victimismo.
Cómo reconocer cuando el ego toma el mando
Con el tiempo he aprendido a reconocer cuando el ego toma el control de mi vida. Lo siento hasta físicamente: un peso en el pecho, la garganta cerrada, la respiración más rápida. Hoy sé que esas señales de mi cuerpo son una invitación a soltar el ego y a reconectarme con mi Yo Auténtico.
Nunca me sale natural ni automático: es siempre un ejercicio de voluntad y una elección consciente. Porque cuando el ego se pone intenso, lo único que quiere es destruir. Surgen desde mis entrañas sentimientos de rencor, rabia, resentimiento. El ego quiere expresarlos, a veces de manera ciega.
Ryan Holiday lo explica en Ego is the Enemy: el ego es el mayor obstáculo al aprendizaje, al liderazgo y a la resiliencia. Cuando manda el ego, dejamos de aprender y bloquearmos la posibilidad de crecer.
Pausar para reconectar contigo mismo
En esos momentos necesito darme un “time-out”. Tomar una pausa, relajar mi sistema nervioso, reconectar con mi respiración, volverla más lenta y profunda. Muchas veces acompaño estos instantes con la práctica del auto-havening.
Son momentos en que elijo no solo calmarme, sino también amarme. Me abrazo, me aprecio, me recuerdo que soy más que mi error. Esa parte de mí que se siente herida suele parecerse a un niño que hace pataleta. Y en lugar de castigarlo o regañarlo, lo abrazo, lo acaricio, lo calmo.
El poder de los valores y el propósito
El segundo paso es recordarme mis valores y mi propósito. Me pregunto: Aldo, ¿qué es lo que has elegido vivir? ¿Qué quieres priorizar ahora? ¿Cómo quieres vivir este momento? ¿Cuál es el resultado que realmente importa?
Aquí siempre resuenan las palabras de Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido. Él decía que, incluso en la adversidad más extrema, la vida sigue teniendo sentido si podemos conectarnos con los valores, con el amor y con el propósito.
También recuerdo a Stephen Covey en Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Él diferenciaba entre vivir “reaccionando” —desde el ego— y vivir “proactivamente”, desde valores elegidos conscientemente. Esa distinción me acompaña: ¿estoy reaccionando al golpe que recibí o estoy eligiendo responder desde lo que quiero encarnar?
Elegir responder en lugar de reaccionar
La calidad de nuestra vida no depende tanto de lo que nos pasa, sino de cómo respondemos. Frente a cada circunstancia, podemos reaccionar desde el ego o responder desde nuestro Yo Auténtico.
Yo lo observo una y otra vez en mi vida: cuando paso de la reacción a la respuesta, del ego a la consciencia, no solo experimento más calma y serenidad, sino que también genero mejores resultados.
La verdadera libertad está en soltar
Por eso, esta semana te invito a observar con atención cuándo tu ego se hace presente. Pregúntate: ¿estoy liderando este momento desde el ego o desde mi Yo Auténtico? ¿Estoy reaccionando o respondiendo?
David R. Hawkins, en Dejar ir, nos recuerda que el ego se aferra al control y al sufrimiento. Se alimenta de esa tensión. La verdadera libertad llega cuando elegimos soltar, cuando nos rendimos al ser. Cada vez que suelto, dejo de luchar contra lo que no puedo controlar y vuelvo a la calma, descubro una libertad inesperada. Una libertad que no depende de las circunstancias, sino de mi decisión de soltar al ego y volver al centro.
Da el siguiente paso hacia tu libertad interior
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Aldo Civico es autor, mentor y maestro en el arte de acompañar procesos profundos de transformación. Ha asesorado a líderes, artistas y agentes de cambio en todo el mundo. Es doctor en antropología, profesor en universidades como Columbia y experto en neurociencia del bienestar, epigenética, sanación emocional y liderazgo consciente.
Pero ante todo, Aldo es un viajero del alma.Alguien que ha caminado por dentro y por fuera.Que ha estado en trincheras y en templos, en crisis y en cumbres.Y que escribe La Bitácora Interior no para enseñar, sino para compartir lo que ha vivido, lo que sigue aprendiendo, y lo que —en el fondo— todos necesitamos recordar.
Su lema: Tu destino es brillar.
Su práctica: acompañarte a volver a ti.