Desde la cama del hospital: lo que mi cuerpo enfermo intenta decirme.
La enfermedad no vino a castigarme, sino a invitarme a escuchar con más profundidad. “La enfermedad te viene a curar”, me escribió Enric Corbera.
Antes de comenzar…
Esta no es una publicación más en tu bandeja de entrada. Es un momento para ti. Una pausa sagrada en medio del ruido. Un espacio donde recordamos que el trabajo más importante no es el que hacemos allá afuera, sino el que hacemos adentro, con nosotros mismos.
Aquí no hay fórmulas. Solo verdad, presencia y práctica.
Les escribo desde la cama de un hospital. Desde el miércoles en la noche estoy hospitalizado.
Regresé de mi viaje más reciente con desaliento y algo de fiebre. Creí que era simple cansancio, el resultado del cambio de horario y del ritmo intenso de las últimas semanas. Pero con el pasar de los días, la fiebre no me soltaba. Eso no era normal.
El miércoles por la noche, al ver que la temperatura superaba los 38 grados, decidí ir a urgencias. Allí tomaron la decisión de hospitalizarme.
El cuerpo que habla cuando callamos
Los primeros exámenes confirmaron que alguna bacteria está afectando mi intestino, pero hasta el momento no hay claridad. Perdí la cuenta de cuántas veces me han pinchado estos días. Y, sin embargo, la verraquita bacteria que me está afectando sigue sin revelarse.
Mientras los médicos siguen investigando, continúan los exámenes y la terapia intensiva con antibióticos de amplio espectro. Es el método de la medicina occidental: atacar el síntoma, contener la infección, estabilizar el cuerpo.
Pero yo sé que no se trata solo de una bacteria que me está causando fastidio.
No somos solamente un cuerpo físico. También somos cuerpo energético, cuerpo emocional, cuerpo mental y cuerpo espiritual. Y cuando uno de ellos enferma, los demás resuenan.
El lenguaje oculto de la enfermedad
Lo que me está pasando no tiene solo una dimensión fisiológica y biológica; también tiene una raíz energética y espiritual.
De acuerdo con la medicina ayurvédica, el hígado es el órgano del fuego interior —el Agni—, encargado de transformar lo que ingerimos, no solo en el plano físico, sino también en el emocional.
Cuando ese fuego se desequilibra, aparecen la irritabilidad, la frustración y la sensación de “no poder digerir” ciertas experiencias de la vida. El hígado, dicen los sabios védicos, es el guardián de nuestra capacidad de discernir, de asimilar lo que nos nutre y de eliminar lo que ya no nos sirve.
Por otro lado, la medicina china considera al hígado como el órgano del Qi en movimiento, que regula el flujo de la energía vital en todo el cuerpo. Está asociado con la emoción de la ira y con la capacidad de planificar, de tener una dirección clara.
Cuando el Qi del hígado se estanca —por estrés, resentimiento o frustración—, la energía se bloquea, surgen síntomas físicos y también una sensación interna de estar atrapado.
Cuando la enfermedad se vuelve maestra
Pensando en esto, empecé a preguntarme: ¿cuáles son las emociones que tengo que explorar? ¿Qué necesito sanar en un nivel más profundo? ¿Qué tengo que soltar?
Al hacerme estas preguntas, sentí el impulso de escribirle a mi amigo Enric Corbera, el fundador del método de la bioneuroemoción. Le conté lo que me pasaba y le pedí que rezara por mí.
A los pocos minutos me respondió:
“Estoy escribiendo sobre la enfermedad en este preciso momento.”
Las casualidades no existen, ¿verdad?
Luego me envió este mensaje:
“Aldo, si hay una dimensión energética y espiritual en tu condición, es porque la hay. La fiebre purifica, la debilidad desmonta la armadura del ego. No es castigo, es invitación.
Como se trata de una bacteria intestinal, implica que hay situaciones que no asimilas. La enfermedad te viene a curar, como dice Un Curso de Milagros. La Vida te pide que pares y decidas si asimilas o no la situación estresante que has vivido y que no sueltas.
El descanso, la enfermedad, te invita a la reflexión, a soltar el pasado, o mejor dicho, a liberarlo.”
El pasado que el cuerpo aún recuerda
Estas palabras resonaron profundamente en mí. Enric no conoce en detalle una fuente de estrés que estoy viviendo en este momento, pero yo sí sé a qué se refiere.
Y cuando habla del pasado, intuyo que no se trata tanto de un pasado histórico o cronológico, sino de un pasado energético… de memorias que aún vibran, de emociones no digeridas que, como sombras sutiles, siguen presentes en el cuerpo.
Por allí va la cosa. Por allá se va a concentrar mi contemplación en estos días… Mientras los médicos siguen buscando a la bacteria traicionera que afecta mi hígado, yo intento escuchar el mensaje que la Vida me envía a través de esta pausa forzada.
Reflexión de la semana
Cuando el cuerpo habla, no busca castigarnos. Busca equilibrio.
Cada fiebre, cada síntoma, puede ser una forma de purificación.
Tal vez la próxima vez que algo duela, la pregunta no sea “¿qué tengo que eliminar?”, sino “¿qué estoy llamado a liberar?”.
Si disfrutaste esta lectura, el mejor halago que podrías darme es compartirla con alguien o hacer un restack.
Aldo Civico es autor, mentor y maestro en el arte de acompañar procesos profundos de transformación. Ha asesorado a líderes, artistas y agentes de cambio en todo el mundo. Es doctor en antropología, profesor en universidades como Columbia y experto en neurociencia del bienestar, epigenética, sanación emocional y liderazgo consciente.
Pero, ante todo, Aldo es un viajero del alma. Alguien que ha caminado por dentro y por fuera. Que ha estado en trincheras y en templos, en crisis y en cumbres. Y que escribe La Bitácora Interior no para enseñar, sino para compartir lo que ha vivido, lo que sigue aprendiendo y lo que —en el fondo— todos necesitamos recordar.
Su lema: Tu destino es brillar.
Su práctica: acompañarte a volver a ti.




Hola doctor Aldo. Gracias por todo el contenido que me envías , es muy importante para mí, puedo ver, leer, aprender y disfrutar. También quiero enviarle un fuerte abrazo desde la distancia, sicirle que estaré rezando para que se sane pronto y siga sus actividades como siempre. Pronta recuperación.👍