LA BITÁCORA INTERIOR de Aldo Civico
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Escuchar con el corazón: la clave para sanar, conectar y restaurar tu energía
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Escuchar con el corazón: la clave para sanar, conectar y restaurar tu energía

Descubre cómo la presencia profunda no solo transforma tus relaciones, sino también tu salud emocional, tu sistema nervioso… y tu manera de estar en el mundo.

Antes de comenzar…

Esta no es una publicación más en tu bandeja de entrada. Es un momento para ti. Una pausa sagrada en medio del ruido. Un espacio donde recordamos que el trabajo más importante no es el que hacemos allá afuera, sino el que hacemos adentro, con nosotros mismos.

Aquí no hay fórmulas. Solo verdad, presencia y práctica.


"La presencia es el regalo más importante que podemos ofrecer a otra persona." — Thich Nhat Hanh

Un café en el desierto

Estábamos en Riad, y afuera, el sol parecía caer sobre el desierto como un dios que no tenía piedad. En una cafetería que no tenía nombre, el aire estaba tranquilo y fresco. Yo sostenía mi café negro, mientras él, mi cliente, parecía tener el alma a punto de escaparse.

Estaba hablando de trabajo, pero, honestamente, no era eso lo que realmente decía. Su cuerpo estaba contando una historia diferente: la mandíbula tensa, la respiración entrecortada, los ojos llenos de nubes. Yo no dije mucho, solo escuché. Pero esta vez no era solo mi mente la que estaba prestando atención, era mi pecho, mis huesos, mi propia respiración.

Era como si escuchara con todo mi ser, creando una conexión real que iba mucho más allá de las palabras.

Le hice una sola pregunta, y no la pensé. Simplemente salió, como si algo más grande que yo me la estuviera dictando. Él se detuvo, respiró hondo, y de repente, algo dentro de él cambió. Pasó de la rabia al alivio, de la frustración al perdón, de la lucha a la claridad. Ese momento de entendimiento mutuo fue el resultado de una conexión emocional profunda, y fue hermoso.

Cuando llegó la hora de despedirse, me dio un abrazo. —Gracias —me dijo—. No recuerdo la última vez que realmente me sentí escuchado.

No le di respuestas. Simplemente, estuve ahí con él. Y eso, al final, fue suficiente.

El experimento invisible

Desde hace unos años llevo en el dedo un anillo Oura. Mide mis ciclos de sueño, mi frecuencia cardíaca, mis niveles de estrés. Lo compré por curiosidad. Me lo quedé por revelación.

Esa misma noche, después de la conversación, revisé los datos. Durante esas dos horas intensas, mi cuerpo había estado el 80% del tiempo en estado restaurativo, y el 20% restante en modo relajado. ¿Qué quiere decir eso? Que mi sistema nervioso no estaba peleando ni huyendo. Estaba sanando.

Mi cuerpo había alcanzado un estado de dominio parasimpático, donde el corazón se aquieta, la respiración se vuelve más profunda, el cortisol disminuye y el alma halla su descanso. Este fenómeno, objeto de estudio en las neurociencias, evidencia cómo la escucha empática puede impactar nuestra regulación emocional.

Y en ese momento entendí:

La auténtica presencia no solo transforma al otro. También me transforma a mí.

Lo que el cuerpo sabe

Al entrar en una presencia profunda, el cuerpo lo percibe antes que la mente. La neurobiología interpersonal revela cómo este proceso de escucha consciente impacta nuestro organismo:

  • El pulso se vuelve más suave

  • La respiración se hace más profunda

  • La tensión muscular se disipa

  • La digestión y el sistema inmunológico se activan

  • La mente se aquieta

  • La intuición se expresa

Muchos solo logran alcanzar este estado al dormir o meditar. Yo lo siento también cuando acompaño a alguien con el corazón abierto. Cuando escucho sin la intención de solucionar. Cuando dejo de lado el deseo de ser útil… y simplemente soy. Es un estado de atención plena que transforma las relaciones interpersonales.

Cuando creía que escuchar era intervenir

Pero no siempre fue así. Recuerdo una sesión años atrás. Mi cliente lloraba. Yo, incómodo, empecé a lanzar herramientas, frases inspiradoras, ideas brillantes. Quería sacarlo del pozo. Lo que logré fue perderme yo. Y perderlo a él. Mi escucha previa estaba llena de distracciones internas y la urgencia de responder.

Ese día entendí que no se trata de hacer más. Se trata de estar más.

No intervenir. No impresionar. No dirigir. Solo habitar el momento. Y confiar.

Presencia + sensibilidad = transformación

Peter Senge y Otto Scharmer lo llaman presencing: la fusión entre presencia y sensación. Es la capacidad de estar radicalmente aquí… y al mismo tiempo, abierto a lo que quiere emerger. Como una escucha generativa del futuro.

Dicen que es "ver con el corazón". Y sí. Cuando dejo de pensar y empiezo a sentir, puedo captar lo que aún no ha sido dicho. Escuchar lo que no se nombra. Sentir la verdad oculta en el silencio del otro. Esta disposición interna permite una conexión profunda que va más allá de las palabras.

Thich Nhat Hanh lo expresaba con dulzura:

"Comprender es otro nombre del amor."

Y yo añadiría: presenciar es su forma más alta.

Amor es estar

Martin Buber escribió sobre el Yo–Tú. Una forma de relación donde el otro no es un rol, ni un objeto, ni un caso. Es un misterio. Un alma. Un tú sagrado. Este modo de estar transforma radicalmente nuestras relaciones interpersonales.

Cuando acompaño a alguien desde este lugar, no estoy haciendo coaching. Estoy haciendo amor. Por eso puedo decirlo sin miedo:

Amo a mis clientes. Porque me muestran quiénes son. Y yo me muestro con ellos. Y en ese espacio, donde dos seres se encuentran sin máscaras, lo eterno se manifiesta.

Cinco formas inesperadas de cultivar presencia radical

No necesitas ser coach para vivir esto. Puedes practicar la presencia radical hoy, ahora, con quien tengas enfrente. Aquí van cinco ideas que me han cambiado la vida y que profundizan los niveles de escucha:

  1. Cena sin distracciones
    Una vez a la semana, apaga el celular. Cena con alguien sin pantalla, sin reloj, sin prisa. Solo comida, ojos, palabras. Haz del encuentro un rito. Esta práctica fomenta la escucha plena y el compromiso total en el momento presente.

  2. Respira al ritmo del otro
    En silencio, acompaña con tu respiración la del otro. Es una forma de fundirte en el presente, de entrar en sintonía sin decir nada. Esta técnica mejora tu capacidad de percibir señales no verbales y fomenta una apertura total hacia el otro.

  3. Sé invisible por un minuto
    En medio de una conversación, deja de buscar ser interesante. No interrumpas. No propongas. Solo… desaparece. Escucha. Verás cómo surge lo esencial. Este ejercicio de escucha enfocada te ayuda a desarrollar una mente abierta y a percibir la experiencia vivida del otro.

  4. Sostén el silencio
    Después de que alguien hable, cuenta hasta tres antes de responder. No llenes el vacío. Ámalo. En ese espacio habita lo verdadero. Esta práctica de silencio auténtico permite que emerja una escucha interna más profunda.

  5. Escucha sin preparar tu respuesta
    La mayoría escucha para contestar. Cambia eso. Escucha como quien recoge una flor con las manos abiertas. Solo recibe. Este enfoque fomenta una curiosidad sin juicio y permite una integración emocional más completa de lo que el otro comparte.

Un acto de amor y de resistencia

Hoy, más que nunca, necesitamos presencia. No urgencia. No productividad. No información. Necesitamos humanidad. Ser presencia radical es un acto de amor. Pero también de resistencia. Resistir el ruido, la prisa, la distracción. Es elegir profundidad en un mundo superficial. Es sanar, sin técnicas ni fórmulas, simplemente estando. Y créeme: cuando eliges estar de verdad, la vida te devuelve la mirada. Y algo —dentro de ti y del otro— cambia para siempre.


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Aldo Civico es autor, mentor y maestro en el arte de acompañar procesos profundos de transformación. Ha asesorado a líderes, artistas y agentes de cambio en todo el mundo. Es doctor en antropología, profesor en universidades como Columbia y experto en neurociencia del bienestar, epigenética, sanación emocional y liderazgo consciente.

Pero ante todo, Aldo es un viajero del alma.Alguien que ha caminado por dentro y por fuera.Que ha estado en trincheras y en templos, en crisis y en cumbres.Y que escribe La Bitácora Interior no para enseñar, sino para compartir lo que ha vivido, lo que sigue aprendiendo, y lo que —en el fondo— todos necesitamos recordar.

Su lema: Tu destino es brillar.

Su práctica: acompañarte a volver a ti.

Si quieres que te acompañe para que puedas expresar todo tu potencial y tu esencia auténtica, te invito a inscribirte a LA BITÁCORA INTERIOR.

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