LA BITÁCORA INTERIOR de Aldo Civico
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¿Solo lo difícil tiene valor? Cómo liberar las creencias limitantes sobre el esfuerzo
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¿Solo lo difícil tiene valor? Cómo liberar las creencias limitantes sobre el esfuerzo

Descubre cómo las creencias limitantes sobre el esfuerzo pueden estar saboteando tu confianza, bloqueando tu fluidez interior y alejándote de tu verdadero potencial.

Antes de comenzar…

Esta no es una publicación más en tu bandeja de entrada. Es un momento para ti. Una pausa sagrada en medio del ruido. Un espacio donde recordamos que el trabajo más importante no es el que hacemos allá afuera, sino el que hacemos adentro, con nosotros mismos.

Aquí no hay fórmulas. Solo verdad, presencia y práctica.


Durante años, viví atrapado en una de las creencias limitantes más comunes —sin ser del todo consciente de ello— de que solo lo que requiere esfuerzo tiene valor. Era una creencia negativa, profundamente arraigada en mi sistema de creencias, que influía en mis decisiones, mis relaciones y mi manera de entender el éxito, afectando incluso mi autoestima y bienestar emocional.

Fue en las montañas de Colorado, en el contexto íntimo de un retiro de formación en coaching con caballos dirigido por la carismática Kathy Pike, cuando algo dentro de mí se rompió —o quizás se iluminó de repente. Este tipo de experiencias de liderazgo y gestión de equipos a menudo nos llevan a confrontar nuestras creencias limitantes más arraigadas.

El ejercicio que teníamos por delante parecía simple en su concepción: invitar a un majestuoso caballo a cruzar una angosta pasarela de madera sin la intervención de mis manos. No había cuerdas que ataran, ni órdenes que dictaran; solo un intercambio sutil de energía, intención y una profunda presencia en el momento. Respiré hondo, dejando que el aire llenara mis pulmones y mi ser, intentando calmar la ansiedad que surgía ante lo desconocido.

Me conecté con mi esencia, buscando la armonía en mi interior. Y, para mi asombro, el caballo cruzó la pasarela sin dudar ni un instante, como si pudiera percibir la claridad que yo apenas comenzaba a sostener en lo más profundo de mi ser. Lo había conseguido. Sin esfuerzo. Con una fluidez que me sorprendió.

Pero en lugar de dejar que la alegría me inundara, me invadieron las dudas y los pensamientos negativos. ¿Fue mera suerte? ¿Acaso fue demasiado sencillo? ¿Eso era todo lo que había que hacer? Así que, impulsado por la curiosidad y la necesidad de validar mi experiencia, decidí intentarlo de nuevo, sin darme cuenta de que estaba cayendo en la trampa de mis propias creencias limitantes.

Esta vez, el caballo mostró una resistencia palpable. Se detuvo, como si sopesara mis intenciones. Me costó más, tuve que esforzarme más. La conexión que había sentido antes parecía desvanecerse, y la lucha interna creció.

Pero cuando finalmente el caballo dio el paso y cruzó la pasarela, sentí que había ganado algo más profundo: "ahora sí tenía valor".

Por qué desconfiamos de lo que nos fluye con facilidad

Luego llegó otro ejercicio. Dos grandes barriles, cubiertos con heno.

El caballo debía avanzar entre ellos sin detenerse a comer. Yo, nuevamente, sin tocarlo. El caballo lo logró. Con naturalidad, sin desviarse. Y yo, una vez más, repetí el ejercicio.

Como si no pudiera aceptar que algo saliera bien en el primer intento.

Como si lo fácil no tuviera valor.

Como si lo simple no fuera suficiente.

Fue en ese momento cuando Kathy se acercó a mí y, con una voz tranquila, me preguntó: —¿Por qué haces que el caballo lo repita si ya lo consiguió?

Su pregunta fue como un espejo claro, invitándome a una profunda introspección.

Me vi a mí mismo.

Y reconocí la creencia limitante que me había estado saboteando durante años.

La creencia limitante: solo lo que duele merece ser reconocido

Me di cuenta de que había pasado toda mi vida sintiendo que solo mediante el sufrimiento podía merecer algo. Que si lograba algo a la primera, debía considerarlo mera suerte, azar o coincidencia. Por lo tanto, sentía que debía intentarlo de nuevo, pero esta vez con mayor esfuerzo, para que realmente tuviera valor.

Esta creencia limitante complicaba todo más de lo necesario, llevándome a vivir en la fricción en lugar de en la fluidez, y a desconfiar de mis propios talentos y habilidades.

Yo mismo me imponía obstáculos, me exigía más y me alejaba de la idea de merecer. Sin saberlo, estaba permitiendo que mi subconsciente dictara mis acciones, manteniéndome en una zona de confort basada en el esfuerzo constante.

Observar sin juicio: el camino hacia la libertad interior

Krishnamurti afirmó que la libertad no se encuentra al final del esfuerzo, sino que comienza con la observación. Ese día, al estar frente a un caballo, comprendí que observar lo que ocurre dentro de uno —sin intervenir, corregir o juzgar— constituye un acto radical de libertad interna y un paso crucial en el proceso de crecimiento personal.

La observación consciente nos permite identificar los hilos invisibles que nos manipulan. Nos ayuda a despegar de la hipnosis del deber, del mandato, y de la creencia de que el esfuerzo es el único camino válido. Esta práctica de autoobservación es fundamental para el desarrollo personal y el bienestar emocional.

Nietzsche también lo reconocía, aunque desde otra óptica:

"Quien no puede obedecerse a sí mismo, será mandado."

Obedecerse a uno mismo implica confiar en lo que surge de tu interior sin violencia. Es permitir que el talento fluya sin necesidad de demostrarlo.

Es liberarse de la esclavitud de una cultura que venera el esfuerzo y menosprecia la gracia.

Práctica de observación consciente para soltar la autoexigencia

Desde aquel día, practico algo que llamo la observación sin segunda voz. Y quiero compartirlo contigo como una herramienta para combatir las creencias limitantes y fomentar el autoconocimiento.

Paso a paso:

1. Pausa. Detente. Respira. Si puedes, cierra los ojos unos segundos.

2. Abre tu atención. Siente tu cuerpo. Observa tu entorno. Escucha los sonidos. No cambies nada. Solo presencia.

3. Identifica los impulsos de corrección. ¿Hay algo en ti que quiera "hacerlo mejor"? ¿Estás repitiendo algo que ya salió bien? ¿Estás exigiendo más, por costumbre?

4. Hazte esta pregunta:¿Estoy repitiendo por desconfianza en mi capacidad?

5. Acoge lo que fluye. Si algo te sale bien, sin lucha, sin esfuerzo, permítete creer que es suficiente. Que lo fácil también puede ser verdadero. Que tu fluidez es legítima.

6. Escribe al final del día:Hoy me permito confiar en mi fluidez. No tengo que demostrar nada para merecer.

Este ejercicio te ayudará a identificar y desafiar esa vocecilla interior que a menudo nos empuja a dudar de nuestros logros y capacidades.

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Cuando lo fácil también es verdadero

El caballo ya había atravesado la pasarela. Y yo también estaba cruzando algo etéreo: el antiguo puente que une la exigencia con la confianza.

Entre el condicionamiento y la presencia.

Entre el mérito obtenido a través del sufrimiento y el valor del ser.

Hoy comprendo que no todo debe doler para tener valor. Que no todos los logros necesitan ser ganados en medio del barro. Y que la vida, cuando está en sintonía contigo, puede resultar sorprendentemente sencilla.

Y aún así, profundamente verdadera.

Este viaje de autodescubrimiento y liberación de creencias limitantes es un proceso continuo de crecimiento personal.

Nos invita a cuestionar nuestras creencias negativas, a explorar nuestro inconsciente, y a cultivar una relación más saludable con nosotros mismos y con nuestro entorno. Al hacerlo, no solo mejoramos nuestro bienestar emocional, sino que también abrimos las puertas a un liderazgo más auténtico y una vida más plena.


Si disfrutaste esta lectura, el mejor halago que podrías darme es compartirla con alguien o hacer un restack.

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Aldo Civico es autor, mentor y maestro en el arte de acompañar procesos profundos de transformación. Ha asesorado a líderes, artistas y agentes de cambio en todo el mundo. Es doctor en antropología, profesor en universidades como Columbia y experto en neurociencia del bienestar, epigenética, sanación emocional y liderazgo consciente.

Pero ante todo, Aldo es un viajero del alma.Alguien que ha caminado por dentro y por fuera.Que ha estado en trincheras y en templos, en crisis y en cumbres.Y que escribe La Bitácora Interior no para enseñar, sino para compartir lo que ha vivido, lo que sigue aprendiendo, y lo que —en el fondo— todos necesitamos recordar.

Su lema: Tu destino es brillar.

Su práctica: acompañarte a volver a ti.

Si quieres que te acompañe para que puedas expresar todo tu potencial y tu esencia auténtica, te invito a inscribirte a LA BITÁCORA INTERIOR.

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